Hui, 11 de setembre, es complixen 40 anys de la mort de Salvador Allende després del colp d’Estat en Xile perpetrat per Augusto Pinochet. Allende va ser, i és, un exemple de compromís polític i cívic.

Com a homenatge, ací tens el seu últim discurs, les paraules que va pronunciar el 10 de setembre de 1973 abans de ser derrocat per Pinochet:

Seguramente ésta será la última oportunidad en que pueda dirigirme
 a ustedes. La Fuerza Aérea ha bombardeado las torres de Radio Postales y
 Radio Corporación. Mis palabras no tienen amargura sino
 decepción Que sean ellas el castigo moral para los que han traicionado 
el juramento que hicieron: soldados de Chile, comandantes en jefe 
titulares, el almirante Merino, que se ha autodesignado comandante de la
 Armada, más el señor Mendoza, general rastrero que sólo ayer 
manifestara su fidelidad y lealtad al Gobierno, y que también se ha 
autodenominado Director General de carabineros. Ante estos hechos sólo 
me cabe decir a los trabajadores: ¡Yo no voy a renunciar! Colocado en un
 tránsito histórico, pagaré con mi vida la lealtad del pueblo. Y les 
digo que tengo la certeza de que la semilla que hemos entregado a la 
conciencia digna de miles y miles de chilenos, no podrá ser segada 
definitivamente. Tienen la fuerza, podrán avasallarnos, pero no se 
detienen los procesos sociales ni con el crimen ni con la fuerza. La 
historia es nuestra y la hacen los pueblos.
 
 Trabajadores de mi 
Patria: quiero agradecerles la lealtad que siempre tuvieron, la 
confianza que depositaron en un hombre que sólo fue intérprete de 
grandes anhelos de justicia, que empeñó su palabra en que respetaría la 
Constitución y la ley, y así lo hizo. En este momento definitivo, el 
último en que yo pueda dirigirme a ustedes, quiero que aprovechen la 
lección: el capital foráneo, el imperialismo, unidos a la reacción, creó
 el clima para que las Fuerzas Armadas rompieran su tradición, la que 
les enseñara el general Schneider y reafirmara el comandante Araya, 
víctimas del mismo sector social que hoy estará en sus casas esperando 
con mano ajena reconquistar el poder para seguir defendiendo sus 
granjerías y sus privilegios.
 
 Me dirijo, sobre todo, a la 
modesta mujer de nuestra tierra, a la campesina que creyó en nosotros, a
 la abuela que trabajó más, a la madre que supo de nuestra preocupación 
por los niños. Me dirijo a los profesionales de la Patria, a los 
profesionales patriotas que siguieron trabajando contra la sedición 
auspiciada por los colegios profesionales, colegios de clases para 
defender también las ventajas de una sociedad capitalista de unos pocos.
 
 Me dirijo a la juventud, a aquellos que cantaron y entregaron su 
alegría y su espíritu de lucha. Me dirijo al hombre de Chile, al obrero,
 al campesino, al intelectual, a aquellos que serán perseguidos, porque 
en nuestro país el fascismo ya estuvo hace muchas horas presente; en los
 atentados terroristas, volando los puentes, cortando las vías férreas, 
destruyendo lo oleoductos y los gaseoductos, frente al silencio de 
quienes tenían la obligación de proceder. Estaban comprometidos. La 
historia los juzgará.
 
 Seguramente Radio Magallanes será 
acallada y el metal tranquilo de mi voz ya no llegará a ustedes. No 
importa. La seguirán oyendo. Siempre estaré junto a ustedes. Por lo 
menos mi recuerdo será el de un hombre digno que fue leal con la Patria.
 
 El pueblo debe defenderse, pero no sacrificarse. El pueblo no debe 
dejarse arrasar ni acribillar, pero tampoco puede humillarse.
 
 
Trabajadores de mi Patria, tengo fe en Chile y su destino. Superarán 
otros hombres este momento gris y amargo en el que la traición pretende 
imponerse. Sigan ustedes sabiendo que, mucho más temprano que tarde, de 
nuevo se abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre libre, 
para construir una sociedad mejor.
 
 ¡Viva Chile! ¡Viva el pueblo! ¡Vivan los trabajadores!
 
 Estas son mis últimas palabras y tengo la certeza de que mi sacrificio 
no será en vano, tengo la certeza de que, por lo menos, será una lección
 moral que castigará la felonía, la cobardía y la traición.
 
 ¡Venceremos!
 
 
 Salvador Allende
 Presidente constitucional de la República de Chile